El derecho a equivocarnos, pero el imperativo a no decaer
Ante el desenvolvimiento de esta coyuntura histórica y ante los múltiples escenarios posibles a darse, considero de suma importancia reflexionar sobre el derecho a equivocarnos, pero al mismo tiempo sobre el imperativo a no decaer. Me refiero a que hemos sido durante las últimas décadas, como gran mayoría, una sociedad desarticulada, y en ciertos sectores despolitizada, que ha permanecido en un largo letargo sistemático. Resulta comprensible que las diferentes acciones como las protestas masivas, los plantones, las asambleas y la diversidad de iniciativas que se han desarrollado para mostrar indignación ante esta coyuntura histórica tengan ciertos desfases o grados de desorganización, pues esto es efecto de la evidente dificultad de organización producto de un trasfondo histórico que responde en gran medida al triunfo contrainsurgente de un sistema oligárquico-militar.
Concienticémonos, que en estos momentos estamos despertando como ciudadanía (por lo menos en él territorio capitalino, pues en el interior del país diversos grupos se han mantenido en resistencia inclusive durante siglos) y que estas movilizaciones casi espontaneas han roto paradigmas y se ha alcanzado un movimiento que es en gran medida interétnico, intergeneracional e interclasista y que prácticamente ha reinventando las formas de hacer protesta en el país, y a la vez, va comprendiendo que lo que necesitamos son soluciones estructurales y que esto va más allá de la repudiable corrupción del oficialismo actual.
La crítica constructiva es fundamental
Ante esto se hace fundamental la crítica y la autocrítica, pero una crítica contextualizada con nuestra realidad y que sume, no una que descalifique el movimiento. Cosa que al parecer resulta un tanto difícil, pues por lo ya mencionado se nos dificulta el diálogo y el debate y muchas veces se degenera en discusiones violentas y/o argumentos falaces, producto de una violencia arraigada en la idiosincrasia del guatemalteco promedio. Es allí donde se encuentra uno de los grandes retos que tenemos como una sociedad que comienza a practicar el ejercicio ciudadano de forma radical, el de superar este tipo de acciones tan arraigadas que únicamente logran desarticular.
Debemos lograr aportar al consenso y buscar cada vez una mejor estructuración en las futuras iniciativas y plataformas e ir intentando cada vez mayores resultados efectivos. Claro, a pesar de las limitaciones que tenemos aún como ciudadanía, se han logrado importantes objetivos y se ha creado ya un precedente histórico, pero como bien sabemos, la protesta es fundamental pero no suficiente o, por lo menos, se necesita más para realizar cambios políticos de fondo.
Escenarios que van marcando cambios
Hay varios logros fundamentales y considero importante mencionar algunos, pues aportan para que el movimiento se mantenga. Primero, que las movilizaciones han acrecentado la conciencia de la colectividad en un grado importante, pues se ha visto que buena parte de la sociedad ya no se ha tragado las maniobras mediáticas para tergiversar, criminalizar y manipular la protesta, y esto es fundamental porque solo conciencias críticas cuestionan lo que los grandes monopolios de los medios de comunicación construyen como sentido común, lo que construyen como las “verdades” que quieren que el pueblo repita para que no se vean amenazados los intereses de las clases dominantes, y esto lo llevan a cabo durmiendo al pensamiento crítico, y para conservar esos privilegios la desarticulación ciudadana es fundamental. Resulta de suma importancia para la organización estas dosis de conciencia.
Segundo, otro logro responde a la renuncia de la vicepresidenta Baldetti. Este hecho, además de establecer un precedente, inyectó una alta dosis de autoestima que sin lugar a dudas es parte fundamental para que el movimiento se mantenga de forma masiva (pues varios sectores de la sociedad que permanecían inactivos políticamente hasta hace un par de meses se dieron cuenta de que sí se puede incidir en la política desde el ejercicio ciudadano); y tercero, el valiente accionar de los compañeros que se dirigían a San Juan Sacatepéquez tras manifestar en la plaza central y que, a través del derecho constitucional a la resistencia y la solidaridad humana, no cedieron al represivo operativo policíaco que sucedió en el anillo periférico el sábado 13 de Junio a las seis de la tarde, lo que nos demuestra que los derechos humanos se defienden mejor con la unión y solidaridad.
Que renuncie ya
Ahora bien, en este momento la consigna oficial del movimiento (por así decirlo) es la que exige la renuncia del Presidente Pérez Molina. Considero que somos muchos los que estamos conscientes de que si ahora mismo renunciara el mandatario, Guatemala no sería un mejor lugar para vivir el día de mañana, pues los problemas que aquejan a este país no son coyunturales, sino estructurales. Sin embargo no debemos desistir a exigir la renuncia del mandatario (más aún con el amparo que otorgó la CC sobre el antejuicio) y considero esta exigencia muy importante dentro de las demandas sociales, pues de lograrla representaría otro objetivo cumplido, pero también en este momento es una conducta estratégica para mantener la unión, pues en esa exigencia es donde convergen distintos sectores que conforman buena parte de todo este movimiento. Claro, a la par de esto se debe buscar y exigir cambios de fondo; pronunciarnos acerca de que en estas condiciones no queremos elecciones (fundamental exigencia), también exigir que se investigue y capture a empresarios que han sobornado al gobierno y han realizado fraude tributario. Mantener el movimiento nos llevará a la vigilancia crítica hacia un nuevo gobierno (en caso de que se den las elecciones siendo este un escenario probable ya que muchos sectores poderosos han metido dinero en ello).
Invitación optimista de un pesimista
Este despertar significa el comienzo de un proceso donde la concientización, la formación política de la sociedad, las eventuales movilizaciones renovadas exigiendo cambios de fondo, el consenso y la unión entre diversos colectivos serán fundamentales para dicho proceso, en el cual considero que tendremos que controlar las ansias de la inmediatez, pues el sistema difícilmente será transformado de forma inmediata. La historia no nos dejará mentir: las grandes gestas han tomado su tiempo y esta, tan única como todas, llevará su propio transcurrir para lograr cambios de fondo; pero para ello habrá que trabajar el tiempo que sea necesario.
Clave resulta seguir movilizándonos en las calles, consensuar entre colectivos para actuar de forma bien planificada, mantener la vigilancia ciudadana al estado corruptor, apostar por la continuidad de diversos foros, expandiéndolos a varias aldeas y barrios tal como ya se está haciendo, y por último, me gustaría invitarlos, como un empedernido pesimista que soy, a que nos demos el chance de una pequeña dosis de optimismo necesario para continuar firmes en la lucha, pues esto apenas empieza.
†