“Yo como humana sé lo que está pasando en la sociedad y no expresarlo significaría no estar cumpliendo con mi objetivo”.
Socióloga que lleva el ritmo y la poesía desde niña, hereda de su familia el compromiso por mejorar un mundo inmerso en un sistema de marginaciones e injusticias. En su poesía y en su programa de radio expresa su compromiso y su vocación artística, y es en el hip hop donde ha encontrado esa fusión entre el ritmo y la poesía. Una mañana de estas di una vuelta por la casa de Rebeca Lane y pude conversar un rato con ella, la talentosa rapera políticamente incorrecta que presenta su primer EP este 18 de octubre y que nos contó un poco más acerca de ella, de su música y su percepción de la escena del hip-hop en Guatemala.
Sergio: ¿Cuándo surge en vos el deseo y el impulso de escribir y de cantar hip-hop?
Rebeca: Comencé a escribir poesía desde muy pequeña, por mi tía; Rebeca Eunice Vargas, quien fue desaparecida entre el año 81 y 82 y quien era poeta. Aunque me llegué a sentir demasiado comparada con ella —comparación que no me hizo del todo bien y por eso mismo deje de escribir mucho tiempo—. Luego, comencé nuevamente a escribir, aunque hubo una etapa en la que escribía la poesía que yo había aprendido: la poesía de los ochentas, que era una poesía panfletaria y que no era tanto una búsqueda estética sino una búsqueda expresiva. Luego, como toda poesía, nace de una herida muy grande, y fue hace como cinco años que pasé por una etapa bastante turbulenta de mi vida y la poesía fue la única forma de no volverme loca. Escucho rap desde hace muchos años, sobre todo cuando militaba en la política, pues era eso de ir a una manifestación y siempre escuchar el mismo cassette de los Guaraguao; claro que no demerito la música de ellos pues fue una música muy importante, pero para nosotros como jóvenes —me refiero un poco después de la firma de paz— era algo que quizá no nos movilizaba tanto y cuando descubrimos el rap político fue un abrir de ojos, pues era muy similar a lo que expresaban aquellos grandes cantores de América Latina, pero en un ritmo, por decirlo así, más contemporáneo; y la poesía de tanto escuchar rap fue tomando ritmo.
S. ¿Desde tu percepción, qué representa en estos momentos el hip-hop guatemalteco; es decir, que hay en él, que tipo de movimiento es?
R. En el rap hay de todo, el hip-hop nace como un movimiento político-cultural y no como un movimiento que se movilizaba políticamente. En el hip-hop hay que entender tanto la forma como el fondo porque son luchas que se dan en el plano simbólico. Las luchas se dan en ese plano, en el plano cultural más que todo. Es un movimiento político por los sujetos y sujetas que comenzaron a formar las filas del hip-hop, y éstos eran obreros, luchadores por los derechos civiles, migrantes latinoamericanos, afroamericanos; todos fuera del sistema dominante de Estados Unidos, era el lumpen. El rap latinoamericano nace en los ochentas, pero es en los noventas y en la década de 2000 cuando comienza a crecer como un movimiento cultural. En Guatemala pasa lo mismo; no es un movimiento político porque cada quien habla desde su condición; algunos hablan de su posicionamiento político como otros de marihuana o de lo que pasa en su barrio. Lo que lo convierte en político son las personas que están conformando esta cultura. El solo ser joven, por ejemplo, ya te convierte en marginado a pesar de que somos un país donde la gran mayoría son los jóvenes, pero vivimos en una adultocracia. Hay muchas jóvenes de barrios marginales o simplemente personas que no caben dentro del sistema formal o normado, que no quiere decir que todos vengamos del mismo lugar, sino que hay diferentes formas donde la marginalidad se puede expresar.
S. ¿Y vos como parte e intérprete de este movimiento, qué buscás trasmitir a través de tus letras?
R. Cuando empecé era solo necesidad expresiva, transportar mi poesía a algo rítmico, pero me empecé a expresar de forma política porque personalmente tengo necesidad de expresarme políticamente. Mi intencionalidad de expresarme acerca de cosas que suceden en el país a través del rap, creo que tiene que ver con características en mi persona. Con mi grupo, Última dosis, es diferente; no tocamos temas políticos sino nos vamos más por lo poético; la soledad, el tiempo muerto, la fe, los sentimientos humanos. El hecho de que soy feminista y anarquista, definitivamente es algo que sale en las letras y que yo también quiero trasmitir y explicar, pues a las personas que no les interesan estos temas lo ven sistémicamente como caos, como una lucha innecesaria o cosas inservibles para el sistema. Creo que últimamente me he dado a la tarea de tratar de explicar estas cosas aunque no sé si se logren porque al final es poesía y es metáfora; pero para mí, es una forma más fácil de expresarlo que escribiendo un ensayo, cosa que también hago pues tengo formación en las Ciencias Sociales, pero me he dado cuenta que cuando comenzamos a sacar ensayos en Sociología, que es mi rama, analizando al hip-hop; realmente los ensayos que escribíamos eran para que los leyera gente dentro de la Sociología o Antropología, no llegaban a todos. Creo que mis letras las he pensado para hablarle a las personas que hacen hip-hop tratando de dar una interpretación desde mi propia experiencia y las herramientas que la Sociología me ha dado para analizar a la sociedad.
S. Y luego de subirte al escenario e interpretar tu música, ¿qué es en lo primero que pensás al bajarte?
R. (Ríe) bueno, soy un poco perfeccionista (ríe). Pienso “desafine acá” o “desafine allá”, una autocrítica, y también en la reacción del público, ver qué canciones fueron las que más les gustaron o por qué les gustaron.
S. Te escuche una vez decir que sos una “artivista”, me llamó la atención esa palabra, pero entonces, ¿qué quiere decir el término?
R. Me encontré con esa palabra en México, en un encuentro en el que participé llamado “lesbianrte”, que era un encuentro de “artivistas” y me encanto la palabra. Su significado refiere a personas que tenemos una expresión a través del arte de nuestras inquietudes políticas. Pero precisamente se dio el debate; la pregunta era “¿sós artista que tenés una causa o una activista que usas el arte como medio de expresión?” Creo que el artivismo une estas dos antagonías.
S. ¿Se puede decir qué una “artivista” es lo que se conoce como un/a artista comprometido/a?
R. Si, exactamente; pero el arte va primero, porque sí hay una preocupación estética.
S. ¿Dentro del movimiento del hip-hop te has encontrado con discriminación, ya sea machismo o de otro tipo, o con rivalidades que te han molestado?
R. Machismo existe como en todos los demás escenarios, el mismo machismo que se ve en toda la sociedad. Muchos dentro del hip-hop vienen de lugares marginados donde los problemas de violencia social son muy duros, muy fuertes y se concentra la “violencia simbólica” como la llamó Foucault; tanto del Estado como de grupos armados y también intrafamiliarmente con un machismo muy grande. Pero dentro de la cultura misma el machismo que se da es el invisible, el estructural, el naturalizado, pero no el machismo del rap norteamericano, por ejemplo. El hecho de que yo hable de temas feministas dentro del rap fue algo diferente, algo que no se había hecho en Guatemala y eso ha ayudado un poco a que la gente piense más sus letras. Sí, les he dicho a algunos raperos lo que pienso como artista y me han escuchado. El hecho de que digan “rap femenino” me parece un acto de machismo. También me han hecho tiraderas por ser nueva. No hemos comprendido que cada quien es diferente y que no se puede competir por ver quién es el mejor, lo cual demuestra que como movimiento no hay una madurez. Es una escena bastante competitiva donde muchos toman como pretexto que es cultura de calle y que así se pelea en la calle, pero no salir del guetto en la cabeza es nuestra mayor limitante porque te estás limitando a ser lo que el sistema te ha llevado a ser. Es una incapacidad de poder salir de donde el sistema te ha confinado, de sanar lo que tenés que sanar y ser maduro, y tener una visión colectiva de hacia dónde querés ir. Pero afortunadamente no son todas las personas, estamos hablando solo del caso de algunas. Dentro de la cultura no hemos sabido establecer un dialogo entre los antiguos y los nuevos. Los adultos o quienes tienen más experiencia deben saber inculcar su conocimiento y que de esta forma exista un respeto entre antiguos y nuevos, cosa que no existe. Debemos saber que hay personas que han hecho mucho por el hip-hop y merecen ese respeto. Pero no existe ese diálogo, se quebró en alguna parte: siento que tiene que ver con las características de Guatemala como sociedad.
S. En forma general, ¿qué te disgusta de la música que se está haciendo en Guatemala?
R. Me disgusta bastante, del arte general en Guatemala, el que no nos esforzamos por ser cada vez mejores. Nos conformamos con ser el mejor del pequeño guetto, sea en poesía, pintura etc. El no buscar trascender, que considero tiene que ver con la identidad nacional, que es una identidad prácticamente inexistente. No hemos logrado encontrar una unificación como país ni estilos propios, como se observa en el rap chileno, venezolano, mexicano o cubano. No hemos logrado encontrar un estilo que nos defina como guatemaltecos, cosa que puede ser bueno o malo pues uniformar tampoco es bueno. Pero como escenas locales, crecer y establecer nuestro propio estilo va a hacer que comencemos a brillar y que las miradas volteen a ver para acá a medida que nosotros mismos vayamos creando una mejor escena a nivel de calidad, para batirse a nivel mundial. Una visión estratégica para salir adelante.
S. ¿Qué es lo que aprecias de la música, esas cualidades que te hacen sentir de verdad lo que escuchas?
R. La sinceridad… y también me gustan mucho las canciones donde la gente se debate consigo misma, como Randy Acosta, Los aldeanos, Cancerbero, Ana Tijoux, etcétera; que tienen un constante diálogo consigo mismo. Me gusta esa poesía, esa incertidumbre del ser humano, las letras cuando vos mismo te pones en jaque.
†