La llamada de la muerte es uno de los filmes más famosos de la historia del cine en Nicaragua, porque junto con Rapto al sol (1956),de Fernando Méndez, han sido calificados como las primeras películas realizadas en Nicaragua y, aunque es un error histórico afirmar esta teoría, así ha quedado la información errada en libros, monografías y artículos periodísticos. De ambos filmes se ha dicho y escrito frases como que son las “primeras ficciones filmadas en el país”, las “primeras películas nicaragüenses” o que con ellas “llegó el cine a Nicaragua”, pero estos y muchos otros mitos son falsos. Ya se había producido ficción en el país tanto por cineastas nacionales como extranjeros y había detrás de estos trabajos 59 años de producción de cine documental en Nicaragua. Lo más extremo han sido las afirmaciones que dicen que son nicaragüenses, porque nunca lo fueron.
Este cine mexicano que se rodó en Nicaragua en 1956 y 1959 fue un proyecto de producción de cuatro películas que tenían las productoras Estudios Tepeyac S.A. y Cinematografía Jalisco S.A. Este emprendimiento fue muy criticado en la prensa mexicana porque se acusaba a los productores de huir de los pagos fiscales e impuestos que les iban a cobrar en México. Que venían a Nicaragua porque no existía un impuesto para producción de cine, un salario mínimo para actores ni ley de cine, y lo que los productores buscaban era ahorrarse mucho dinero y ofrecer papeles secundarios a los actores nicaragüenses como intercambio para tomar del país los recursos de su belleza y la gentileza hospitalaria. Sin embargo, en Nicaragua fueron recibidos con alfombra roja, ruedas de prensa y algarabía popular. De cierta manera, pese a que tenían un poco de lógica los argumentos con los que se acusaba a las productoras, esto significó la inserción de Nicaragua en la época de oro del cine mexicano.
La llamada de la muerte es la primera película de ficción del guionista y director de origen español y nacionalizado mexicano Antonio Orellana Gallego. Nacido en Zafra, Badajoz, el 4 de febrero de 1923, había huido de la guerra civil española hacia Portugal, donde estuvo encarcelado por sus ideas políticas hasta su liberación en 1946. Llegó a México en 1948 como exiliado y allí, como muchos españoles que triunfaron en ese país —entre estos, Luis Buñuel, Angelina Fernández y Martha Roth—, encontró su camino hacia las artes. Su incursión en otros países latinoamericanos (Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Brasil) lo llevaron a ser un director de cine de ficción y documental.
Su primera experiencia en la dirección de una película de ficción ocurrió en 1958 gracias a que en México, cuando quiso dirigir cine después de haber comenzado en el campo cinematográfico como asistente y script, fue rechazado por los sindicatos de artistas y técnicos del cine y emigró a Guatemala en busca de oportunidades, invitado por unos amigos. La experiencia negativa le condujo a otros eventos positivos que le ayudaron a ganar fama y prestigio a nivel latinoamericano, porque sus filmes —especialmente su primer largometraje de ficción— fueron proyectados en salas de exhibición en todo el continente a través de las distribuidoras de cine mexicano, que entonces tenían privilegios y un poder hegemónico sobre lo que se exhibía en las cadenas de cines y teatros en más de veinte países.
En Centroamérica fueron producidas y llevadas hasta las pantallas cinco de las películas de Orellana, escritas exclusivamente para filmarse en estos países. En Nicaragua realizó el experimento de debutar como cineasta y no se han encontrado en sus declaraciones las razones de por qué no lo hizo en Guatemala o El Salvador, donde había estado trabajando y tenía ya una base social años antes de ir a suelo nicaragüense.
La preparación de la película la hizo en Ciudad de México. Junto con su equipo, Antonio Orellana viajó a Managua en noviembre de 1958 acompañado de Freddy Fernández, quien trabajaba con él en la producción, y los acompañó el productor general Juan Acar. En esa primera fase filmaron muchas tomas en Granada, las isletas en el lago Cocibolca y en Managua. A inicios de diciembre de 1958 hicieron una pausa en el proceso investigativo y de reconocimento de terrero, regresaron a México e inciaron el rodaje el 5 de febrero de 1959. Para realizar esta película habían buscado socios nicaragüenses que reforzaran el apoyo mexicano que ya tenían, se hospedaron en el Gran Hotel en Managua, del que ocupaban gran parte de sus habitaciones.
El filme contó con las interpretaciones de actores del cine mexicano reconocidos de su época de oro: Carlos López Moctezuma, la actriz española exiliada en México Martha Roth y Roberto Cañedo, que llegaron el 10 de febrero para la filmación exclusiva de sus escenas. El rodaje se tomó casi como un acontecimiento nacional, llegaba mucha gente a ver las filmaciones, por lo que necesitaron el apoyo de los cadetes de la Academia Militar para retener a la multitud. Carlos López Moctezuma fue abordado en el hotel por sus admiradoras y por las mañanas en la entrada se agrupaban algunas a esperar su salida. Martha Roth fue recibida en el aeropuerto internacional Las Mercedes por la televisión y otros periodistas de radio y prensa que deseaban obtener su autógrafo, una foto con ella o una entrevista.
La llamada de la muerte es una coproducción entre México y Nicaragua, en la que participaron los empresarios nicaragüenses José Adán Aguerri Hurtado, Rafael Cano y los productores de la empresa Televisión de Nicaragua S.A. Por parte de México quienes apoyaron en gran manera fueron los Estudios Tepeyac S.A, un sindicato de actores y algunas empresas privadas, además de contar con el apoyo de mecenazgos.
La película reúne muchas tomas de la Managua de 1959, contiene secuencias de exteriores, y aparecen sus calles, edificios y zonas residenciales, pese a que la historia se centra básicamente en todo lo que ocurre en la habitación de un hotel. Entre las locaciones en las que interactúan los personajes se encuentran la avenida Roosevelt, la colonia Mántica, la Catedral Santiago de Managua, el Palacio Nacional, la Plaza de la República, el Parque Central, otros edificios y monumentos.
El filme pertenece al género de suspense: Bronco Joe, un asesino en serie, se esconde en un apartamento en el downtown de Managua después de haber cometido un atentado por el que había recibido un sueldo. Hay alguien que lo llama por teléfono y la tensión y el suspenso son tantos que ese aparato llega a convertirse en un personaje importante.
Como la película La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock, todo ocurre en un apartamento, pero en sentido contrario; el personaje en vez de ver hacia la calle, ve hacia dentro. El misterio se mueve en su interior y teme que desde otras ventanas lo estén espiando. A pesar de que desea soledad y la oscuridad, porque permanece con las luces apagadas, recibe a varias personas que le visitan e interrumpen sus pensamientos, y cuando más quiere huir y esconderse es cuando más llegan a tocar la puerta: un sacerdote que se aparece a pedirle dinero para un orfanato, la persona que limpia la habitación que se presenta cantando y hablando, el botones que le lleva el desayuno o el periódico y unos trabajadores del hotel que le piden espacio para sacar el cadáver de un huésped que han encontrado muerto en la habitación continua y no pueden sacarlo por su puerta porque es incómoda y la de Bronco Joe es más espaciosa.
La película fue filmada también en Granada, donde causó mucho revuelo entre los ciudadanos que aún recuerdan el rodaje. La película se estrenó en México el 25 de octubre de 1960 y en Nicaragua había terminado en tragedia. Después del rodaje, los ultimos trabajadores de la producción regresaban México con los equipajes llenos de los rollos de cinta que contenían las filmaciones, pero el avión tuvo un accidente a un kilómetro de haber despegado el 5 de marzo de 1959. Al tocar el suelo, el avión se partió por la mitad y se incendió en el campo de la Escuela de Agricultura. Viajaban 18 personas de las que murieron 14, incluidos la maquillista de la película Blanca Margarita Paredes, el camarógrafo Adrián Durán y su asistente Juan Durán. Los rollos, por supuesto, se quemaron.
En 1967 Antonio Orellana regresó a Nicaragua para producir cuatro documentales: Centenario del natalicio de Rubén Darío en Nicaragua, Acontecimiento del 22 de enero, Muere el presidente Luis Somoza Debayle y Nuevo presidente en Nicaragua, elecciones 1967.
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