Educación, pandemia y empresa privada


Lahura Emilia Vásquez Gaitán_ Perfil Casi literalLa cuarentena ha traído incertidumbre y es difícil asegurar lo que pasará con el sistema educativo de los países centroamericanos. En Honduras, por ejemplo, las autoridades manejan discursos dobles y contradictorios: mientras el mundo está sumergido en una crisis de dimensiones inimaginables, pareciera que al Estado lo que más les preocupa es hacer ver que el sistema educativo «avanza». Este discurso oficialista permite que el sistema privado siga cobrando las mensualidades bajo una lógica de «hasta el sistema público está trabajando», cuando en realidad el sistema público sigue abandonado a su suerte bajo la ley del «sálvese quien pueda».

Como medida para enfrentar la problemática, el sector gubernamental ha ofrecido una gama de recursos: audios, videos y programas de televisión para que maestros y estudiantes los utilicen. Sin embargo, estos recursos demandan ciertas condiciones: gigas de descarga, al menos una computadora por familia, teléfonos inteligentes con alguna capacidad de memoria, televisión por cable, etcétera. En un país donde casi la mitad de la población vive con menos de dos dólares al día, todo esto se vuelve una quimera.

Como consecuencia, el nivel de alcance ha sido tremendamente desigual. Para dar seguimiento a las polimedias y recursos ofrecidos por la Secretaría de Educación, las familias tienen que decidir entre usar el poco dinero que tienen para comer o comprar internet, aumentando el estrés y la presión económica como si no fuese suficiente con la que ya genera la pandemia.

Pese a que las leyes contemplan la adecuación de los entornos educativos a espacios virtuales, las autoridades nunca se preocuparon por garantizar a la comunidad escolar los recursos tecnológicos y de formación para implementar estas modalidades de enseñanza que hoy urgen. Y nosotros, el pueblo hondureño, estamos pagando la factura de esa negligencia.

Esta es una oportunidad sin precedentes para que las dos empresas de telefonía e internet más grandes del país muestren que son verdaderas compañías de responsabilidad social y devuelvan un poco de las millonarias ganancias que, gracias a la población, han obtenido. Este es el momento ideal para garantizar el acceso a internet de forma libre, gratuita y universal, para que el proceso educativo pueda tener una real continuidad y no generar más discriminación a los sectores más desfavorecidos por la falta de datos y wifi.

Se debe capacitar a los docentes en la gestión y creación de espacios virtuales de enseñanza para evitar que la digitalización de la educación redunde en más de lo mismo. Las posibilidades en recursos digitales son casi infinitas y estos deben ser aprovechados por todos. Quizá sea hora de olvidarnos de las calificaciones: después de todo, han servido para muy poco.

Es hora de dar libertad, confianza, capacitación y condiciones a los docentes para que ajusten el proceso de enseñanza a las diversas realidades que viven los estudiantes, y dejar de forzarlos a homologar contenidos y evaluaciones. Quizá esta sea la oportunidad perfecta para dedicarnos por fin a enseñar y aprender verdaderamente. Pero, sobre todo, es una oportunidad sin precedentes para que las autoridades y los sectores de la empresa privada muestren de verdad cuánto les importa que la educación del país.

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