Alfonso Guido: Buenas tardes, Ivette.
Ivette Monney: Hola, Guido.
A. G.: ¿Monney es un artilugio o adorno de tu nombre artístico?
I. M.: (Risas). Sé que suena raro, pero es mi apellido real.
A.G.: ¿Sí? Ya veo. ¿Francés?
I. M.: Sí.
A.G.: Comprendo. Bueno, primero que nada, gracias por aceptar esta entrevista.
I. M.: Encantada, Guido.
A. G.: Ahora bien, a manera de introducción, ¿podrías resumirme tu trayectoria profesional en el ámbito de las artes escénicas?
I. M.: Mis inicios fueron en el 2006. De manera empírica participé en un anuncio comercial y más adelante ingresé a la Escuela Nacional de Arte Dramático al mismo tiempo que me estrené en las tablas de la Universidad Popular. El teatro, la televisión y el cine me han abierto sus puertas y he tenido la oportunidad de trabajar para varias productoras de espectáculos y colectivos teatrales, entre ellos Producciones Candilejas, Teatro Barrio Viejo, Compañía Upesito, Productora Escena Global, Productora 5ta. Columna, Compañía Gaetani y Colectivo Contraste, entre otros; y en el cine he trabajado con la Universidad de San Carlos de Guatemala, con Moralejas Producciones y otras productoras de cine independiente.
A.G.: ¿Moralejas, la productora del hombre que suena para presidenciable?
I. M.: Exacto.
A. G.: ¿Crees que gane?
I. M.: No se sabe. Todavía hace falta mucho para eso.
A. G.: Claro. En cuanto a ti, también has trabajado como productora artística, ¿cierto?
I. M.: Sí. Actualmente llevo dos años como productora de un colectivo llamado Contraste, que tiene como objetivo sensibilizar a los guatemaltecos para que estén más conscientes de su entorno social, y al mismo tiempo, brindar soluciones para cambiar y mejorar nuestra realidad como país.
A. G.: A través de distintas fuentes me he podido dar cuenta de que eres una mujer muy polifacética (en muchos sentidos de la palabra). Es por ello que tampoco me extrañaría que esa pasión artística se limitara a las artes escénicas. Así que dejando por un lado el teatro, ¿existe algún otro tipo de actividad artística que te apasione? ¿Cuál o cuáles? Y ¿por qué?
I. M.: Bueno, me gusta mucho la danza folklórica y la literatura, aunque las practico de forma empírica. La literatura me abre la posibilidad de conocer el interior de las personas, y al mismo tiempo, sentir empatía con sus emociones y sentimientos. Soy autora de unos textos titulados Ritos de soledad.
A. G.: Creo que he leído algo al respecto.
I. M.: Tú también, creo que no solo eres escritor sino también actor de teatro. Y creo que también director.
A. G.: Claro, Ivette, aunque lo interesante de esta entrevista será conocer tu faceta artística más que la mía, ¿no?
I. M.: (Risas) Está bien, Guido.
A. G.: Y eso me lleva, precisamente, a la siguiente pregunta: en cuanto al teatro, ¿qué tipo de arte dramático prefieres? ¿Aquel que cuenta con todos sus elementos tradicionales (sonido, maquillaje, iluminación, vestuario, escenografía, etcétera) o aquel en el que el cuerpo humano y los espacios son suficientes para llevar a cabo la «magia» (entre comillas)? ¿Tienes alguna opinión al respecto?
I. M.: Pienso que ambas formas son parte, una de la otra; pero si tuviera que elegir, preferiría el que me permite crear con el cuerpo ya que como artista me exige más y ahí es cuando la creatividad corporal se hace presente. Y este es uno de los principios de todo actor profesional comprometido: menos es más.
A. G.: Ya veo. Y como actriz (y sobre todo como lectora obligada de textos teatrales), si tuvieras que salvar del fuego tres obras dramáticas de toda la historia del teatro, ¿cuáles serían?
I. M.: (Risas) ¿Le preguntas eso a todas las actrices de teatro que entrevistas?
A. G.: Para ser honesto, es algo que suelo preguntarle a todas las personas que conozco, Ivette; sean o no actrices de teatro.
I. M.: ¿Es una manía?
A. G.: Inconfesable, además. Imagínate: poder saber por adelantado a quién ofrecerle un encendedor o una caja de fósforos.
I. M.: (Risas) Está bien. Salvaría a Edipo Rey [Sófocles]; Enrique IV [William Shakespeare] y Fuenteovejuna [Lope de Vega]. ¿Me darías fuego?
A. G.: Claro, pero solo a menos que fuese para quemar Enrique IV o Fuenteovejuna, pues de lo contrario, considerando de que existen Ibsen, Tennessee Williams e incluso Camus, lo dudo.
I. M.: (Risas) Yo me pregunto cuáles salvarías tú.
A. G.: Y yo me pregunto qué te parece el café.
I. M.: Espléndido, gracias. ¿Y a ti?
A. G.: Delicioso, por supuesto. Por algo siempre vengo a este lugar. Ahora, ¿cuál es tu opinión acerca de las adaptaciones de novelas, cuentos, poemas y otros géneros literarios a las artes escénicas, tanto en cine como en teatro?
I. M.: Me parece que en su mayoría son excepcionales, sobre todo en estos tiempos en que se vuelve cada vez más difícil cultivar el amor por la lectura. Está claro que ciertas adaptaciones contribuyen a que los no-lectores se interesen por conocer más y leer las obras, y eso es bueno.
A. G.: ¿Para ti existe una verdadera tradición teatral en Centroamérica (o particularmente, en Guatemala) o es un arte sumido en un lento declive?
I. M.: Ha sido difícil porque hay varias maneras de hacer teatro en Guatemala. Una de ellas es el famoso «Café Teatro», cuyo fin es entretener y distraer al espectador del diario vivir, o incluso, hacerle burla a su desgracia. Están también los que representan teatro tradicional y musicales de Disney, pero muy pocos se dedican al teatro costumbrista que refleja las tradiciones del país. Pienso que el teatro en Guatemala es el resultado de lo que el espectador pide ver y lo que los actores desean expresar.
A. G.: Entonces ¿eso hace que exista una tradición teatral como tal?
I. M.: De una u otra forma, nunca se ha dejado de hacer teatro, por lo que pienso que sí.
A. G.: Bien. Y desde tu perspectiva como actriz, ¿cuál es el futuro del teatro? ¿Hacia dónde se dirige el arte sobre las tablas?
I. M.: Creo que el teatro está adaptándose a las nuevas generaciones y buscando el equilibrio entre el «me gusta» y el «es importante que se sepa». Considero que más adelante va a evolucionar y se verá mucho teatro en las calles, a la vez que el espectador evolucionará con el teatro.
A. G.: Y que un artista pueda vivir de su arte, ¿es para ti una utopía o un hecho realizable?
I. M.: Eso depende mucho de la conciencia del artista, pues si decide estar apegado a principios morales y decir la verdad (a pesar de que esa verdad sea una denuncia abierta a distintos tipos de intereses sociales), siempre será una utopía; pero si se opta por ser ciegos ante una realidad y se hace teatro sólo para entretener, por supuesto que se puede vivir económicamente muy bien.
A. G.: ¿En cuál de las dos estás tú?
I. M.: Me mantengo entre una y otra, Guido (risas). Estoy cabal en medio de las dos.
A. G.: Y ¿cuál es tu mayor meta a alcanzar como artista?
A. M.: Continuar con el colectivo artístico Contraste y ser una herramienta de sanación emocional para todo espectador que nos vea. También anhelo formar una cooperativa artística que fomente y genere posibilidades para los diferentes artistas y ¿por qué no?: ser Ministra de Cultura y Deportes.
A. G.: ¿En serio? Bueno, estamos en los tiempos en que un actor-comediante de televisión podría llegar a ser presidente, ¿no?
I. M.: Sí. Ya veremos qué pasa.
A. G.: Bueno. En todo caso, ojalá lo logres, Ivette. Gracias por tu tiempo.
I. M.: A ti por tomarme en cuenta, Guido. Me haces un gran honor y al mismo tiempo me recuerdas el compromiso que tengo como comunicadora artística. Dios te bendiga y éxitos en tus labores cotidianas.
A. G.: Claro. Esperemos que Dios lea esta entrevista, compre la entrada a alguna de tus funciones y te vaya a ver al teatro, ¿te parece?
I. M.: (Risas) Me parece perfecto.
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