Las mujeres y el cine en Nicaragua


Karly Gaitán Morales_ perfil Casi literalEn Nicaragua se vive un fenómeno curioso que ha extrañado a la región latinoamericana: las mujeres actualmente activas en la profesión cinematográfica son mayoría, situación que no se observa en los países vecinos. El tema ha sido motivo de estudio por investigadores del cine iberoamericano y de universidades españolas.

Pero la participación de la mujer desempeñando distintos roles en el cine no es un asunto nuevo si vemos la historia del cine nicaragüense. Representativo es el hecho de que la primera película que se filmó en el país en 1897 haya sido Mujeres de Centro-América vestidas para fiesta de domingo y que ellas hayan sido las protagonistas. A partir de ahí existen referencias concretas de la primera mujer que fue propietaria, directora y operadora de una empresa itinerante de exhibición de cine a la que llamó «Compañía Cinematógrafo de doña Blanquita Calderón», que funcionaba desde 1902. En ese tiempo el campo de la exhibición de cine estaba regido por hombres como Antonio Faria, Estanislao Castaño y Alfredo Herbruger  —por mencionar algunos— y Blanquita Calderón era la única mujer entre ellos que mantenía esta compañía en boga ya que ocupaba espacios importantes para proyectar sus películas, por ejemplo, tenía a su disposición la tarde de los domingos en el Teatro Castaño en Managua y era la encargada de la exhibición de cine los viernes por la tarde en el Palacio de Gobierno, donde el gabinete del presidente José Santos Zelaya disfrutaba de películas en un salón de reuniones de ese local. El gobierno de Nicaragua era quien pagaba los servicios a Blanquita Calderón.

Sería una mujer quien también llegaría a ser el emblema de los cines a nivel nacional: Margot, quien fuera una niña cuando su padre bautizó la cadena de teatros de su propiedad con su nombre y se ha convertido en una especie de ícono. Pero esta mujer no ha aparecido en la historia del cine en el siglo XX solo como musa sino también como directora y realizadora. Matilde Díaz Landeros es la primera mujer realizadora de cine de Nicaragua y Centroamérica en plena década de 1920, cuando ninguno de los países centroamericanos ostentaba siquiera de tener cineastas hombres dedicados a tiempo completo a la profesión. Matilde trabajaba con su padre, Adán Díaz Fonseca, quien fuera también el primer realizador nicaragüense de cine. Al inicio Matilde fue su asistente, productora, guionista y camarógrafa hasta que empezó a dirigir sus propias películas, mismas que post-producía con su padre en el Estudio Cinematográfico Matheu, en Guatemala. La vida cinematográfica de Matilde Díaz Landeros está documentada rigurosamente entre 1922 y 1935 ya que después de esa época se dedicó a mayormente a la radio y la fotografía.

En plena década de 1940, cuando el negocio del cine continuaba regido por hombres —ellos eran los propietarios, programadores, exhibidores, clasificadores y críticos—, una mujer surgió como una de las empresarias de cine en los teatros más reconocidos. El Circuito González contaba por aquella época con 42 teatros en todo el país y Teodelinda Montiel fue quien manejó el negocio del cine durante dieciséis años luego de la muerte, en 1942, de José Ignacio González, su esposo y fundador de la cadena de teatros. Ella misma asistía a las reuniones de programadores y propietarios de cine y en Nicaragua fue la única mujer empresaria y administradora de cines entre 1942 y 1960.

En 1949 se formó la Cámara Cinematográfica Nicaragüense, en cuya primera junta directiva ella fungió el cargo de tesorera, después vocal y luego presidenta. Teodelinda fue propietaria del 80 por ciento de las pantallas del país y a los empresarios de espectáculos les facturaba el 70 por ciento de los beneficios que generaba el cine. La Cámara se encargaba de elegir las películas que se exhibirían en Nicaragua a través de los teatros de barrio que estaban esparcidos por todo el país, o sea, que después de las censuras establecidas oficialmente por el Estado de Nicaragua y la Iglesia Católica, Teodelinda Montiel era quien tenía la palabra. Durante los dieciséis años que administró el Circuito González en compañía de Aarón Salomón, su gerente general, el cine que vieron millones de personas en las pantallas de toda Nicaragua estaba sujeto al gusto y clasificación de ella.

También durante la década de 1940 Nicaragua gozó del prestigio que le dio una mujer en términos de cine: la actriz nicaragüense Lillian Molieri, quien vivía en Hollywood y por aquella época desarrollaba su vida hollywoodense. Otras mujeres como ella también han hecho destacar el nombre de Nicaragua en Hollywood: la actriz Bárbara Carrera, quien llegaría a ser nominada a dos Globos de Oro y la única nicaragüense que ha alcanzado hasta ahora el estrellato hollywoodense.

Por otra parte, en 1959 se realizó el primer largometraje nicaragüense de ficción: El nandaimeño, dirigido por el dramaturgo Benjamín Zapata. En este filme se destaca la participación de quien fuera la primera nicaragüense protagonista de una película producida en Nicaragua: la actriz radial Alba Marina Masís.

En 1958 llegó a Nicaragua el periodista Enrique Castro Farías en compañía de su esposa Margarita Álvarez, también periodista. Ella impulsó en la década de 1960 la producción de cine documental en el país y aunque no era nicaragüense su presencia en el campo de estas artes fue importante. Ella dirigió dos documentales sobre Santo Domingo de Guzmán y fue la guionista, productora y promotora de la realización del largometraje de ficción Milagro en el bosque (1975), la película más conocida hasta hoy en este país antes de la producción de cine de la década de 1980.

En 1973, el cortometraje de ficción de Rafael Vargas Ruiz, Señorita, ocupa el tema de la mujer joven y lo que sufría a causa de los esquemas sociales y religiosos que se le imponían durante aquella época, y es 1979, con la fundación del Instituto Nicaragüense de Cine (INCINE), que la mujer cobró una importancia mayor en el séptimo arte. Con esta institución se rompió la rancia idea de que la mujer en el cine solo podría ser la actriz que solo aparecía frente a las cámaras, pues a partir de entonces fueron ellas las que pasaron a estar detrás de las cámaras como directoras, realizadoras, productoras, guionistas; pero no solamente en la realización de cine, sino en puestos directivos del Instituto.

Surgieron así Brenda Martínez, la primera productora de cine en aquel tiempo; Rossana Lacayo, realizadora y directora del departamento de video; Martha Clarissa Hernández, productora y asistente de dirección en varias películas; Loli Galván, directora del departamento de comercialización; Lilia Alfaro, Saida Mendieta, Miriam Loáisiga como productoras; Alejandra González y Kathy Sevilla como editoras; María José Álvarez, la primera mujer que realizó cine en Nicaragua después de muchos años —no olvidar que Matilde Díaz fue la primera en realizar cine en Nicaragua en los años veinte— y muchos nombres más que han quedado para la historia.

En la actualidad casi todos esos nombres siguen sonando en la producción cinematográfica, han sido ellas quienes han levantado la bandera de la producción de cine a pesar de los inconvenientes históricos por los que ha atravesado esta profesión. Y suenan muchos otros nuevos nombres como Rebeca Arcia, Laura Baumeister, Heydi Salazar, Norma Castillo, Rossana Baumeister, Freidell Urbina, Morena Guadalupe, Tania Romero, Natalia Hernández, Tania Ortega, Gloria Carrión y Aleyda Gadea, quien ha sido productora desde hace años. Florence Jaugey es quien ha hecho renacer el cine en largometrajes de ficción, pues sus dos películas, La Yuma y La pantalla desnuda, han sido los únicos filmes en este género que han podido ver la luz en los últimos 29 años. También en la actualidad dos mujeres rigen las dependencias más importantes del cine: Idania Castillo, como codirectora de la Cinemateca Nacional, y Kathy Sevilla, presidenta de la Asociación Nicaragüense de Cinematografía (ANCI).

Este breve recorrido por la historia no implica que los hombres no estén presentes ni produzcan cine, sino que ellas son la mayoría. Además, cuando las mujeres no fueron directoras han sido el tema principal de muchos filmes como Mujeres de la frontera (Iván Argüello, 1987), Despertar en Cosmapa (Lars Bildt, 1987), Obsesión (Enrique Polo, 1989), La canción de Carla (Ken Loach, 1997), Las hijas de María, (Tommy Baltodano, 2003), Corre (René Blanco, 2007) y Despedida de soltera (René Blanco, 2017).

[Foto: archivo de Rossana Lacayo]

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1 Respuesta a "Las mujeres y el cine en Nicaragua"

  1. Avatar Frank Flores dice:

    Buenas noches, sinceramente pienso que el cine está limitado, sólo tienen acceso gente de la clase media del país, lo digo porque en los 80 fui a una prueba de talento a INCINE si no mal recuerdo estaba contiguo al Restaurante El Quelite de aquella época, y de entrada pues nos cortaron a varios, fue una lastima para todos, pero bien que hacer si esos sitios están destinados a un sector reducido, aún al menos a mí me sigue gustando el cine, hay q entrar en la competencia con otros países, algunos cortos de nuestra historia, ficción, o algo que se lo ocurra algún guionista, algo policial.

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