Al sentarme a escribir estas líneas vengo del sepelio de Claribel Alegría. Nada más triste para una tierra de poetas que perder a sus poetas. Desde hace dos días Nicaragua llora la muerte de una de sus más insignes representantes del verso. Aunque se trataba de una mujer de 93 años, a juzgar por la vitalidad de su espíritu y el buen estado físico que la acompañó hasta sus últimos días, nadie le auguraba una pronta muerte. A Claribel se le dio el último adiós esta mañana de enero con una misa en la iglesia de Santo Domingo en Managua y la sepultura de sus cenizas en el cementerio homónimo ubicado a pocos metros de la iglesia. Estuvo rodeada de sus cuatro hijos, de artistas provenientes de todas las disciplinas y de literatos.
Luego de la noticia de su muerte —difundida casi al mediodía del 25 de enero—, intelectuales y poetas de todo el mundo sonaron sus clarines de duelo en las redes sociales, medios de comunicación y comunicados oficiales lamentando su fallecimiento. El velorio se realizó en la noche de ese mismo jueves de luto internacional. Un recital de cantos y de poemas acompañaron su cuerpo presente antes de ser llevado a su incineración. La cantante Norma Helena Gadea interpretó con matices y brillos las conmovedoras canciones Mujer de carne y hueso y Gracias a la vida, y los poemas de Claribel fueron leídos por las autoras Gioconda Belli, Michelle Najlis, Blanca Castellón y Marta Leonor González, que fueron sus alumnas literarias y con quienes compartió amistad.
La misa de responso la realizó monseñor Miguel Mántica hoy sábado 27 de enero con la asistencia de los amigos de Claribel Alegría, sus lectores, la intelectualidad nacional y los medios de comunicación. Entre los asistentes había editores, escritores, cineastas, pintores, periodistas, investigadores culturales, historiadores; además de las juntas directivas de los gremios: Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE), Centro Nicaragüense de Escritores (CNE), PEN Club Internacional y Anamá Ediciones, además los cineastas Rafael Vargas Ruiz y Jan Kees de Rooy, las escritoras Ángela Saballos Vargas, Michelle Najlis, Gabriela Selser, Gloria Gabuardi, Marta Leonor González, Luz Marina Acosta, Salvadora Navas (editora de Claribel), críticos de arte, estudiantes y periodistas de televisión y prensa escrita.
Las cenizas de Claribel Alegría —explicaba su hijo Erick Flakoll Alegría cargando cuidadosamente la caja cineraria en brazos y al pie de la sepultura— fueron combinadas con las de su esposo, Darwin J. «Bud» Flakoll, diplomático y escritor fallecido en 1995. Una parte de las cenizas de la autora se depositaron en la pequeña bóveda del Cementerio Santo Domingo, ubicado en una colina que goza del viento, el sol y una vista panorámica de Managua con los volcanes Momotombo y Momotombito a lo lejos, tal como Claribel lo había solicitado. La otra parte de las cenizas serán depositadas en El Salvador, en un homenaje que se planea realizar en conjunto con la embajada salvadoreña en Managua y al que Patricia Flakoll Alegría se hará presente en nombre de la familia. Luego de las palabras de su hijo Erick y de la lectura de una conmovedora carta de Patricia, las cenizas ingresaron en el cuadrante de la bóveda cuyos espacios vacíos fueron llenados por las rosas rojas, rosadas y blancas que todos los asistentes del funeral llevaban en manos.
Tan solo pocos meses atrás, en noviembre de 2017, «Su Majestad» —como apodaron a Claribel los jóvenes escritores también hoy fallecidos y grandes amigos suyos: Francisco Ruiz Udiel (1977-2010) y Ulises Juárez Polanco (1984-2017)— viajó alegremente a España acompañada de su familia para recibir el Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía 2017, que era la cereza en la cumbre del pastel de muchos premios, reconocimientos, títulos, doctorados honoris causa y homenajes que recibió a lo largo de sus siete décadas de creación literaria, una carrera que nunca estuvo en declive, pues su éxito siempre fue en ascenso y la colmó de una plenitud prolongada.
Un ambiente de tristeza y un estado de tímida alegría se unieron en simbiosis durante los funerales de Claribel. El estado complacido se debe a la seguridad de que finalmente la autora se ha reunido con sus seres queridos. Y tal cual las palabras del padre Miguel Mántica en la misa, una sola petición se blandía en el espíritu de la concurrencia: «Señor, recibe a Claribel, y colócala a tu derecha».
[Foto de portada: Jorge Mejía Peralta]
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