Borges


Fernando_ Perfil Casi literalNo sé si recordarán que al final del tercer acto de Peer Gynt hay un naufragio. Peer Gynt está a punto de ahogarse. Está por caer el telón. Y entonces Peer Gynt dice: “Después de todo, nada puede ocurrirme, porque ¿cómo puedo morir al final del tercer acto?”

Jorge Luis Borges, Mi entrañable señor Cervantes

Como todos los hombres, Jorge Luis Borges fue muchos hombres. Fue cuentista, poeta, crítico de arte, ensayista, anarquista spenceriano, amigo de Bioy, argentino, antiperonista, inglés, germanófilo, admirador de Shaw, enemigo de Azorín, bibliófilo, escritor, Premio Cervantes, nunca Premio Nobel.

Dos hombres fueron los predecesores de Borges: Rafael Cansinos-Asséns y Alfonso Reyes. Del primero podría decirse que pesan más el afecto y  la época de Borges como ultraísta. En Alfonso Reyes, el joven Borges encontró el modelo de hombre de letras: culto, amante de la cultura clásica y narrador. El estilo de Alfonso Reyes fluye, nunca se cansa, nunca flaquea. En Borges no he encontrado una línea temblorosa de mano de ciego, siempre lúcido, siempre con la fuentes y las citas en orden correcto.

Cuando chico, Borges significó para mí el amanecer literario. Su único perseguidor en mi panteón personal era(es) Alphonse Daudet. Ambos me fueron dados, para usar una frase borgiana, en la colección básica Salvat. El primer relato del libro era «El inmortal». Nunca volví a ver la literatura de la misma manera.

Algo hay de innumerables lecturas en lo que escribimos. Nada es nuevo en este mundo y Borges fue un especialista en usar ese juego de la vieja lista de libros de la mente. Para el lector es recomendable leer «Tres versiones de Judas» o «Examen de la obra de Herbert Quain» para entender el juego borgiano.

Un hombre culto, capaz de hacerse aprender alemán con un diccionario y leer la obra de Angelus Silesius en el idioma original. Al final de su vida le dijo a Soler Serrano que había emprendido el aprendizaje del islandés y el inglés antiguo.

Director de la Biblioteca Nacional, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la ciudad de Buenos Aires, conferencista internacional, exégeta de la Divina Comedia y traductor de Faulkner. La madre de Borges, Leonor Acevedo de Borges, tradujo otro libro capital en mi vida: La comedia humana. La relación de Borges con su madre da para una extensa biblioteca. Ahí habría que incluir un apéndice para María Kodama.

Para mí, Borges representa la literatura depurada. La negativa a las novelas, el gusto por el relato corto, el culto a los héroes a lo Carlyle, el amor hacia Alemania, el amor a lo inglés y las novelas policiales, a Ibsen, a los famosos laberintos y a los espejos, a Las mil y una noches, a Schopenhauer, a Spencer, al budismo, a Dante, a Shakespeare, a Cervantes, a Papini.

Jorge Luis Borges no perteneció al Boom porque tanto él como Rulfo era superiores a la narrativa hispanoamericana. Son dos gigantes que se ven de frente.

El pasaje usado como epígrafe tal vez sea una muestra de lo que Borges defendió. ¿Quién podría recordar un episodio singular del tercer acto de Peer Gynt en una conferencia sobre Cervantes?

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