De Guatemala a Guatepeor


Francisco Alejandro Méndez_ Perfil Casi literal

¿Balas van, balas vienen y en el pecho se detienen?

Roberto Monzón, Guate-bala

Dice el refrán que salimos de Guatemala para caer en Guatepeor. Si se trata de la situación política por la que atraviesa el país, no deja de tener razón. Aunque quienes han asaltado las arcas del Estado siempre han estado en el ojo del huracán, estos últimos tres años han sido prácticamente de los peores.

Desde que asumió como presidente quien se hace llamar Jimmy ha buscado con insistencia retroceder, empantanar y redirigir al país hacia una época oscura gobernada por militares y empresarios corruptos. No me alcanzarían estas páginas para enumerar las decisiones que él y su gabinete —aunque a veces, solo él y sus asesores— han tomado para dejar al país en las plenas garras de la ilegalidad inconstitucional.

No soy abogado, así que no voy a recitar como loro la Constitución: para eso están la mafia de leguleyos que la interpretan a su antojo y, debido a su mala redacción en artículos determinantes, vemos interpretaciones como si se tratara de un texto literario. Lo menciono porque la Constitución sale a relucir en cada uno de los conflictos y su nombre se legisla dependiendo del color del partido y del camuflaje del traje.

Lo cierto es que desde que surgió la comisión conocida como CICIG —que a estas alturas ya se sabe el motivo de su creación— ha sido el blanco de una caterva de corruptos que a la fuerza han luchado por su desprestigio y total anulación; y cuando sobre ella aparecen noticias todos los días no podemos dejar de pensar en lo que narraron los autores latinoamericanos dentro del Realismo Mágico —que Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier abanderaron— sobre las chanchuyeces de algunos gobiernos de países tercermundistas: ccciones como bloquear caravanas de migrantes que buscan un destino mejor, desprestigiándolos y haciéndoles la vida imposible en lugar de brindarles cobijo, proporcionales alimento, transporte y agua; o s no, boicotear a la CICIG por asuntos eminentemente personales a tal grado de atentar contra la institucionalidad, y a sabiendas —que es lo peor— de que tarde o temprano irán por ellos, llegando al punto de acusar a la ONU de la situación de un país.

Por su parte, la mayoría de los legisladores también se han encargado de hacer su trabajo de hormigas rastreras para buscar entorpecer el bien de la ciudadanía. Siempre se ha dicho que ha existido el peor de los congresos, pero ahora sí, este lo supera con creces. Los diputados legislan selectivamente, protegen a sus allegados y han encabezado una lucha feroz contra los derechos humanos y contra aquellos que en verdad buscan mejoras sociales en el país. Una de sus banderas es acusar a todo el mundo de comunista, o sea, de quienes en la década de 1980, se decía 1980, se comían a los niños. Es tal su ignorancia que acusan a los medios de comunicación (la mayoría empresas) de ser rojos y de responder políticas de la KGB.

Hoy las trincheras para combatir la prepotencia —y el circo que ha montado este gobierno contra todo aquel que busque combatir la corrupción— son los medios televisivos, radiales, escritos y digitales que alzan su voz en contra de esta avalancha de corrupción. Las redes sociales y la calle han sido fundamentales para demostrar que queda dignidad, que no todo está perdido, que hay un corazón para ofrecer, como dice Fito Paez.

Con esta ralea de políticos, además, se ha disparado el racismo, el sexismo y se busca un conservadurismo doblemoralista y, por ende, se atacan a personas ad hominem, y no por sus propios discursos.

Es una pena este retroceso. Es triste y vergonzoso estar envueltos en esta riada de políticos que esperan, cual lobos hambrientos, una nueva oportunidad en las urnas para seguir devorando la carne de la corrupción y cebarse hasta explotar.

Pero claro, siempre hay otro peor: los que estaban por ser juzgados gracias a las investigaciones del Ministerio Público y la CICIG ya preparan fiestas, maletas y hasta suvenires que guardan en sus celdas, pues las puertas a la corrupción están ahora más abiertas que nunca. Seguro van a recuperar matas para buscar sus caletas, para esperar un estúpido perdón y volverse a inscribir en un partido que los proteja otra vez de la ley. Impensable, pero probable. Muy probable.

¿Quién es Francisco Alejandro Méndez?

 

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