Prophet Song, de Paul Lynch: el fin del mundo será un evento local


Javier Stanziola_ Perfil Casi literalEn un artículo reciente me preguntaba por qué autores de la talla del irlandés Paul Lynch y el experuano Mario Vargas Llosa insisten que sus textos son apolíticos. En el caso de Vargas Llosa, la respuesta la encontré en su membresía en el culto de libertarios criollos que buscan enflaquecer el tejido social de la región. Semanas después de escribir ese artículo me tropecé con la última novela de Lynch, Prophet Song (a la fecha de este artículo, aún no editada en español, pero mi editor no duda que esté disponible relativamente pronto en nuestro idioma), con la que ganó el premio de literatura Booker en 2023, y comprendí un poco mejor su deseo de enfocarse en lo individual.

Basada en una Irlanda utópica, esta novela es un canto profético para los países que están contemplando reemplazar la democracia con el totalitarismo. Con una prosa juguetona, Lynch narra los estragos de las guerras por el poder político desde los hábitos de la domesticidad.

Eilish es una madre de cuatro hijos, profesional y casada con un dirigente sindical. Desde la primera página, su familia es acechada por un cuerpo policial que disfruta de nuevos poderes de investigación y arresto otorgados por un recién declarado estado de emergencia. En un abrir y cerrar de ojos, su esposo desaparece. Sin darnos cuenta, su hijo adolescente se une a la resistencia y desaparece. El padre de Eilish, con inicios de demencia, insiste en caminar a su perro a cualquier hora a pesar del toque de queda, y desaparece. Para el consumista en mí, estas vicisitudes no fueron suficientes para entender el infierno que vivía esta mujer. No es hasta cuando el carnicero de la esquina deja a Eilish con el número de turno de atención en la mano sin venderle carne que me invadió la ansiedad. Sucede que el barrio se había enterado de la mala fortuna que había caído sobre Eilish y nadie quería contagiarse.

Uno de los dilemas que enfrentan Eilish en Prophet Song y lo que resta de su familia es el exilio. La determinación completamente ilógica de la protagonista de seguir en su país, constantemente cuestionándose «¿por qué algunos de nosotros nos quedamos?» o declarando que «la historia es el registro silencioso de los que no se pudieron ir» me hizo sentir extremadamente culpable por mi errático exilio.

Pero luego, en una de las secuencias de palabras más desgarradoras que he leído, Eilish toma la decisión de unirse a la masa de inmigrantes que cruzan fronteras para lograr una mejor vida, solo para encontrar otras formas de totalitarismo en un lugar que nunca será su hogar.

Entre bombas y muertos a una cuadra de la casa de Eilish, la novela se enfoca en discusiones sobre el menú de la cena, la falta de pañales y la basura acumulada en las calles, ilustrando poderosamente que el fin del mundo siempre será un evento local, una experiencia contundentemente personal. En ningún momento el autor nos narra los hilos que mueven al nuevo gobierno. De la resistencia solo sabemos que recurren a las mismas herramientas de control del sistema que quieren derrocar.

En efecto, muchas de las columnas de periódico sobre esta novela lamentan que Lynch hubiese perdido la oportunidad de denunciar el tipo de gobierno que produce tal nivel de deshumanización; pero el punto de Prophet Song es que es irrelevante si el gobierno es de sabor Milei, Bukele, Ortega o Castro cuando el precio es que una persona pierda su libertad por demandar mejores condiciones de trabajo.

Es irrelevante cuán bien intencionado sea el gobernante si decreta leyes para matar la transparencia y la rendición de cuentas. No importa quién tenga la razón si la manera de ganar el debate es matando al que no la tiene.

[Foto de portada: Patrick Bolger]

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