Estética y velocidad


Lucía Aguilar_ Perfil Casi literalEn la actualidad la velocidad es lo que importa. En el ámbito mercantil, el desarrollo social y hasta la experiencia estética, el tiempo es un factor determinante y ha cambiado nuestra concepción de mundo. El capitalismo actual se basa en la velocidad con la que compro y adquiero mis bienes, y la comunicación de los medios se caracterizan por la velocidad con la que intercambio opiniones y tengo acceso a la información, Pero ¿acaso no la falta de distancia implica el vacío de la contemplación y el juicio estético?

Las estrategias actuales del mercado sustituyen el concepto de duración por el de velocidad (lo que se puede llamar tendencia o moda). Al consumidor ya no le importa la simple adquisición del bien; ahora su consumo se sujeta a la velocidad con la que puedo adquirir y deshacerme de ese bien. Ya no es relevante comprar un teléfono celular o una camisa, sino tener el último modelo y seguir el paso acelerado de la moda. La meta de toda empresa es que el individuo consuma la mayor cantidad de bienes en la menor cantidad de tiempo posible.

En los medios de comunicación social la velocidad se sustituye por la inmediatez. La exacerbación de Internet y la explosión de las redes sociales permiten el intercambio constante de información a la velocidad de un click. Para estos canales no importa el tiempo o la distancia sino la rapidez con la que una persona se comunica e intercambia opiniones: hablo con un individuo o un grupo de personas que está al otro lado del mundo, mi discurso es escuchado, posteo lo que pienso para que los otros lo lean, leo lo que otros piensan… Lo importante es tener acceso a cualquier tipo de conocimiento en el menor tiempo posible.

La velocidad del consumo y la velocidad de la comunicación equivalen a la relativización de los criterios de verdad y la reducción de realizar juicios valor. En este mundo de objetos de publicidad, propaganda, opiniones y exposición, ¿quién tiene la razón? La reflexión y la apreciación de la belleza se hacen y deshacen con la misma velocidad con la que digo «me gusta» en Facebook o lo «retuiteo» en Twitter.

Desde las vanguardias de la primera parte del siglo XX, las obras de arte se han vuelto objetos de mercancía sujetos a la velocidad de la tendencia. El criterio de validez ha desaparecido y el juicio estético se sujeta a la falta de contemplación y reflexión intelectual. Dentro de estos factores, ¿se podrá afirmar que el arte actual está sufriendo una crisis?

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